Para el autoconocimiento
¿Qué es la vida? ¿A qué sabe estar vivo? ¿Cuál es el motivo de la existencia? Cuando nos hacemos tales preguntas, es común que nuestras mentes respondan con respuestas listas para usar. Por ejemplo: ‘¡La vida es una gran aventura!’. O apelando a una forma más ‘ilustrada’: “La vida es una escuela donde solo aprenden los sabios”. Quizás surja una respuesta más desafiante: “La vida es lo que haces”. O, con triste sobriedad, simplemente conteste: “vivir es necesario”. Sin embargo, cualesquiera que sean nuestros conceptos, por más sinceros y bien intencionados que sean, después de todo serían superficiales y vacíos, si carecieran del uso de las claves prácticas para el autoconocimiento.
“Una vida no examinada no vale la pena vivirla.” – Sócrates.
Las apariencias engañan
El gran filósofo gnóstico Samael Aun Weor afirma que “una persona es lo que es su vida”. Ahora, todos son libres de pensar lo que quieran. Por ejemplo: que es el dueño de su vida, que sabe lidiar con las crisis, que sabe relacionarse bien, que es una persona justa, que no le teme a nada, etc. Sin embargo, si esta persona no llega a sospechar de estas prontas respuestas, certezas, convicciones que se afirman en su mente, quizás se cierre definitivamente las puertas del auténtico autoconocimiento.
Los conceptos son una cosa, la realidad es otra. Una persona puede creerse muy auténtica y valiente, por tener una personalidad atrevida. Pero quizás ignora su esclavitud psicológica, el profundo miedo que lo impulsa a ser así. Quizás una persona pronunciara que no vale nada, que es insignificante, queriendo expresar con esto que tiene humildad y justicia. Pero, podría darse el caso de que este rigor para sí mismo no fuera más que una falsa sobriedad, una pose simple, disimulando detrás de todo una gran arrogancia. Porque, en el fondo, sabe que al hacer muy poco de sí mismo, se magnifica a los ojos de los demás.
Las apariencias pueden engañar… A menudo, lo que pensamos, percibimos y mostramos a los demás sobre nosotros mismos difiere radicalmente de lo que realmente somos.
La mejor guía para que una persona se conozca a sí misma tal como es en realidad es observar su propia conducta diaria. Sin las claves prácticas de la psicología gnóstica, sin la ciencia del autoconocimiento, una persona no llega a conocer lo que se esconde detrás de la máscara de su personalidad. No puede verse a sí mismo como es en el espejo de la vida práctica. Por tanto, sus conceptos sobre sí misma y sobre la vida nunca serán más que palabras vacías, discursos tejidos de verdades a medias. El resultado de la ignorancia es una trágica vida de simulación, condenada a repetirse una y otra vez. Por tanto, el primer paso hacia la sabiduría es estar dispuesto, ser serio y didáctico para reconocer la propia ignorancia.
“Trágica es la existencia de quien muere sin haber conocido el motivo de su existencia” – V M Samael Aun Weor.
La clave de la auto observación
“La Auto-Observación Íntima de sí mismo es un medio práctico para lograr una transformación radical”. Samael Aun Weor.
Pero, ¿qué es exactamente observarte a ti mismo? La autoobservación es un acto de atención dinámica orientada hacia adentro. Cuando llevamos la atención hacia adentro, nos dividimos internamente en dos partes: observador – observado.
“La atención dinámica realmente proviene del lado observador, mientras que las emociones y los pensamientos pertenecen al lado observado“. Samael Aun Weor.
Hagamos el ejercicio: ¿qué está pasando dentro de ti ahora mismo? ¿Qué piensas? ¿Sientes algún deseo? ¿Alguna emoción específica? ¿Alegría, sorpresa, impaciencia, prisa, fastidio? ¿Es un problema clamando por una resolución? ¿Alguna preocupación no resuelta amarga tu alma? ¿Algún recuerdo de lo que sucedió te persigue y te incita a “mirar atrás”? ¿Y cómo está posicionada esta maravillosa máquina humana? ¿Estás cómodo o tenso? ¿Lee atentamente o sigue el hilo de alguna distracción?
Saber no es observar
Saber dividirnos en observador -observado en lo cotidiano nos permite observar nuestra vida desde un punto de vista superior, y más profundamente en nuestro interior. Sin embargo, para que la autoobservación cumpla su objetivo, es necesario aprender a hacerlo de forma activa, intencionada y voluntaria.
Observar no es saber. Saber es también una forma de atención, pero expresada de forma mecánica y pasiva. Por ejemplo, una persona puede saber que está sentada en una silla. Es posible que sepa cómo se ve esa silla. Pero eso no significa que esté mirando la silla.
En el mismo sentido, una persona puede saber que está preocupada. Sin embargo, esto no significa que esté consciente de los motivos, el contenido, los aspectos egoístas, vanidosos y dañinos de sus preocupaciones íntimas. Para observar libremente, necesitamos aprender a observar sin la influencia mecánica del conocimiento. Es decir, aprender a observar sin pensar, en una actitud de alerta novedad por el momento, por el vivo dinamismo de lo que pasa aquí y ahora.
“¿No te gusta alguien? ¿No te gusta cierta persona? ¿Por qué? Dirás que la conoces … ¡Por favor! Observala. Saber no es nunca observar, no confunda saber con observar ”. V M Samael Aun Weor.
Saber es a menudo incorrecto. Así, todo puede suceder con la persona que se cree ‘sabiendo cosas’. Saludar a un extraño en la calle pensando que es un vecino, quemar el almuerzo en la estufa, etc. Y, esto por falta de vigilia, de atención activa, viva, consciente. Lo mismo se aplica a la intimidad. Podría pensar que es consciente de si mismo, sin realmente observar lo que sucede dentro de si. Así, cumple por desconocimiento con esa frase popular: “Mira, pero no veas; oye pero no escuches “.
La luz de la Auto observación
“Evidentemente, toda observación de uno mismo permite que la luz penetre en la persona misma, en sus profundidades íntimas“. Samael Aun Weor
La luz de la auto observación nos permite descubrir estos sentimientos falsos, intenciones secretas, deseos, miedos, vergüenzas, complejos, etc. que están detrás de lo que pensamos, sentimos y hacemos. Sólo así podremos conocer directa y fácticamente esos viejos patrones, hábitos y factores psicológicos que nos hacen personas mecánicas, predecibles, rutinarias.
“Entonces veremos todos estos pensamientos, emociones, deseos, pasiones, comedias privadas, dramas personales, mentiras elaboradas, discursos, morbosidades, lechos de placer, imágenes de lujuria, etc.” Samael Aun Weor
Vivir el momento
Nunca podríamos despertar la conciencia si no fuéramos capaces de “vivir el momento”. Esto se refiere a un estado de conciencia muy diferente al estado de vigilia normal en el que realizamos nuestras tareas rutinarias. Cuando vivimos el momento, nos apropiamos de nuestros sentidos y activamos el máximo potencial cognitivo de nuestra conciencia. Así, tenemos una lucidez especial, una sabiduría profunda que va mucho más allá de la razón, para guiarnos de manera clara y definitiva en los asuntos prácticos de la vida.
“La conciencia nos da un conocimiento pleno de lo que uno ES, de dónde está, de lo que realmente sabe, de lo que ciertamente se ignora“. V.M. Samael Aun Weor.
En primer lugar, es necesario comprender que el instante, el momento presente, el aquí y el ahora es radicalmente diferente al tiempo. Recordemos que conocer es una especie de atención mecánica pasiva, y debemos aprender a utilizar la atención de forma intencionada, activa y consciente. Si queremos despertar nuestra conciencia a lo real, a lo que está sucediendo en el momento presente, necesitamos usar todo el potencial de nuestra conciencia. Y para ello, es necesario aprender a dividir la atención en tres partes.
Clave de sol: La práctica del despertar al instante
Existe una técnica que puede llevarnos al despertar de la conciencia: la clave de sol. Mientras que en la práctica de la auto-observación, llevamos nuestra atención hacia adentro y producimos una división interna entre el observador y lo observado, la práctica de la clave de sol expande el alcance de nuestra atención a otras áreas. El ejercicio de la clave de SOL conduce a dividir nuestra atención en tres partes: sujeto, objeto y lugar.
Sujeto:
Dondequiera que estemos situados, siempre debemos comenzar recordándonos a nosotros mismos. Es decir, llamar la atención sobre nosotros mismos y darnos cuenta de cómo nos sentimos. En esta etapa de la práctica, nuestra atención se centra en nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras actitudes y posturas, etc. Nunca te olvides de ti mismo. Es decir, esfuérzate por mantener un estado de alerta, una actitud de silencio interior ante lo que ocurre.
Objeto:
Al tener la atención en el sujeto, debemos al mismo tiempo prestar atención al objeto. Es decir, prestar atención a lo que estamos haciendo, a nuestra actividad. Si estamos caminando caminamos, si estamos cocinando cocinamos, sin que la mente nos lleve a otros lugares, a otras cosas y momentos.
Lugar:
Lo tercero es poner la atención sobre el entorno en el que nos encontramos. Observando minuciosamente todo lo que nos rodea: personas, objetos, muebles, cuadros, posición, etc. Este paso nos permitirá ubicarnos en relación con nuestro lugar, las personas y los eventos que nos rodean, sin estar demasiado atrapados en nuestro mundo interior, o en los detalles de nuestras ocupaciones. Esto se traduce en una percepción amplia, espacial, viva y dinámica del momento preciso en el que nos encontramos.
Cuando hacemos este ejercicio de forma natural, espontánea, sin olvidarnos nunca de nosotros mismos, logramos alcanzar un estado de conciencia plena, unida y profunda. Este es el despertar de la conciencia. Sin embargo, este estado suele durar muy poco, sobre todo cuando iniciamos la práctica, ya que nos identificamos fácilmente con algo. Y nos olvidamos de nosotros mismos. Por lo tanto, debe recordarse a sí mismo nuevamente y dividir su atención en tres partes. Paulatinamente se logrará tener mayor continuidad.
La vida intensamente vivida
Al vivir el momento intensa y clínicamente, observando todos los procesos de nuestra psicología, realmente comenzamos a saber quiénes somos. Percibimos la vanidad de nuestra autoimagen; la falsedad de nuestros conceptos; conocemos nuestras debilidades; nuestras contradicciones internas; nuestras divagaciones; miles de cosas que nos limitan, etc. Para poder liberarnos de todo ello.
Necesitamos reconocer la condición en la que nos encontramos: la fragmentación de nuestra psicología; las múltiples contradicciones de nuestro yo psicológico y la mecanicidad de nuestro comportamiento, si queremos realmente cambiar. Con este fin, despertamos la conciencia. Así, contamos con un punto de apoyo fundamental que nos permitirá apalancar de manera precisa, concreta y práctica un profundo cambio interior, que puede sacarnos de la condición de hombre-máquina y convertirnos en auténticos Hombres y Mujeres. El Curso de Gnosis enseña tecnicas revolucionarias y claves prácticas que permiten que una persona produzca en sí misma una revolución en su conciencia, y por tanto en su vida.